Tres puertas


Mas no morirán para siempre y, en su transformación de mañana

darán

con más calor

a la tierra,

de su muerte,

pasado mañana,

brotes de espeanza.



sábado, 5 de marzo de 2011

......preciso

.Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida.


Si insiste en permanecer en ella, más allá del tiempo necesario, pierde la

alegría y el sentido del resto.

Cerrando círculos, o cerrando puertas, o cerrando capítulos. Como quiera

llamarlo, lo importante es poder cerrarlos, dejar ir momentos de la vida que

se van clausurando.

¿Terminó con su trabajo? ¿Se acabó la relación? ¿Ya no vive más en

esa casa? ¿Debe irse de viaje? ¿La amistad se acabó?

Puede pasarse mucho tiempo de su presente "revolcándose" en los porqués, en

devolver el casette y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho.

El desgaste va a ser infinito porque en la vida, usted, yo, su amigo, sus

hijos, sus hermanas, todos y todas estamos abocados a ir cerrando capítulos,

a pasar la hoja, a terminar con etapas, o con momentos de la vida y seguir

adelante. No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera

preguntándonos por qué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltar, hay que

desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni

empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere

estar vinculado a nosotros.

No. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Por eso a veces es tan

importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, papeles

por romper, documentos por tirar, libros por vender o regalar.

Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación.

Dejar ir, soltar, desprenderse.

En la vida nadie juega con las cartas marcadas, y hay que aprender a perder

y a ganar. Hay que dejar ir, hay que pasar la hoja, hay que vivir sólo lo

que tenemos en el presente. El pasado ya pasó. No esperen que le devuelvan,

no espere que le reconozcan, no espere que alguna vez se den cuenta de quién

es usted. Suelte el resentimiento, el prender "su televisor personal" para

darle y darle al asunto, lo único que consigue es dañarlo mentalmente,

envenenarlo, amargarlo.

La vida está para adelante, nunca para atrás. Porque si usted anda por la

vida dejando "puertas abiertas", por si acaso, nunca podrá desprenderse ni

vivir lo de hoy con satisfacción. Noviazgos o amistades que no clausuran,

posibilidades de "regresar" (¿a qué?), necesidad de aclaraciones, palabras

que no se dijeron, silencios que lo invadieron.

¡Si puede enfrentarlos ya y ahora, hágalo!, si no, déjelo ir, cierre

capítulos.

Dígase a usted mismo que no, que no vuelve. Pero no por orgullo ni soberbia,

sino porque usted ya no encaja allí, en ese lugar, en ese corazón, en esa

habitación, en esa casa, en ese escritorio, en ese oficio. Usted ya no es el

mismo que se fue, hace dos días, hace tres meses, hace un año, por lo tanto,

no hay nada a que volver.

Cierre la puerta, pase la hoja, cierre el círculo. Ni usted será el mismo,

ni el entorno al que regresa será igual, porque en la vida nada se queda

quieto, nada es estático. Es salud mental, amor por usted mismo desprender

lo que ya no está en su vida. Recuerde que nada ni nadie es indispensable.

Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo, nada es vital para vivir porque:

cuando usted vino a este mundo 'llegó' sin ese adhesivo, por lo tanto es

"costumbre" vivir pegado a él, y es un trabajo personal aprender a vivir sin

él, sin el adhesivo humano o físico que hoy le duele dejar ir. Es un proceso

de aprender a desprenderse y, humanamente se puede lograr porque, le repito,

nada ni nadie nos es indispensable.

Sólo es costumbre, apego, necesidad. Pero cierre, clausure, limpie, tire,

oxigene, despréndase, sacuda, suelte. Hay tantas palabras para significar

salud mental y cualquiera que sea la que escoja, le ayudará definitivamente

a seguir para adelante con tranquilidad. ¡Esa es la vida!

2 comentarios:

  1. Me trompecé el’otro día
    con un forasteru,
    mu compuestu y mu finu,
    que se llegó ende la capitá,
    y decía que semus lus extremeñus
    incurtos y de mu mal jablá.
    ...
    Sepa usté, señó mío,
    que cuandu un extremeñu jilvana
    toas y ca una de las letras,
    empalma comu una melodía tras otra
    lo que no es otra cosa
    que la lengua que se jabla
    en nuestra tierra.

    Casi castúo ya.

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